domingo, 29 de agosto de 2010

Intentando ser.

Siempre lo supe. Yo tenía algo que me hacía diferentes a los demás, y no era un don o algo mágico que me hiciera especial. Todo lo contrario.


Mientras todos alrededor mío triunfaban en la vida, en el amor, en el estudio o en el trabajo, y algunos en todo a la vez, yo seguía acá, intentando todo una y otra vez. Rindiendo las materias al menos dos veces para poder aprobarlas, enamorándome y desenamorándome de alguno que no lo merecía, siendo la que nunca tenía suerte, la de las ideas malas, la excepción a la regla, a la que nunca nadie elegía o a quien le costaba todo el doble o hasta el triple más que a los demás. Siempre fui a quién le pasaban las cosas más extrañas. Fui el consuelo de los desolados, la compañía de los locos, la desconsiderada de la familia, o tan solo la incomprendida.


Siempre supe que no era igual a todos. Me han llamado y hecho sentir tantas veces la “oveja negra” que ya me estoy acostumbrando, y hasta puedo decir que me gusta. Simplemente soy una loca que va en contra de todos, una loca que sigue sus sueños aunque no tenga con quien compartirlos. La misma que le grita al mundo que está equivocado, que intenta hacer respetar sus derechos e intenta hacerse escuchar. Soy una oveja negra que confía en sí misma como en nadie, que a pesar de tener que remarla contra la corriente no se da por vencida, tal vez porque va contra sus principios, tal vez por darle la contra a todos.

Pero algún día podré recordar que antes de rendirme, fui una joven promesa.