viernes, 4 de febrero de 2011

Hipócrita, ¿el mundo?


Habiendo representado a los actores del teatro griego siglos atrás, la definición de los hipócritas parece haber sido tergiversada a través de los años. Hoy la hipocresía ha tomado el trono, y es ella quien está a cargo de las relaciones: la nueva moda. Es nuestro combustible social. Parece ser el mundo quien se mueve gracias a su ayuda.


Personalmente no logro entender cómo fue que esto sucedió, ni recuerdo cuándo. Sólo puedo decir que da tristeza salir al mundo y encontrar que la gente sociabiliza con el resto a partir de una mentira. Porque eso es la hipocresía, una mentira.


Hoy por hoy, no entendemos cómo vivimos en un país donde una gran mafia en el poder nos “hace creer” que la inseguridad es una sensación, cuando las violaciones y los asesinatos son cosas de todos los días. Pero la cosa no comienza por entender las acciones del otro. La cosa empieza en uno mismo. Ahí es dónde centra sus bases la hipocresía. En creer que el otro tiene la culpa de lo que me está pasando, cuando ni siquiera recorren mi mente mis errores.


Todos hemos sido víctimas de la hipocresía. Pero todos hemos sacado provecho de ella, y muchas veces. Tantas veces que ya se ha convertido en la forma en la cual nos movemos, nos comunicamos. Porque tanto nos cuesta la sinceridad, porque el coraje esta en extinción en estos tiempos, porque es más fácil. Pero ¿es realmente el modo de vida que preferimos tener? Con tanta hipocresía alrededor ya no se sabe cuándo un gesto es sincero, cuando las sonrisas son reales, ni cuando las palabras son sólidas.


Por mi parte, no estoy tan segura de que sea mi mundo ideal. Alejarme de los hipócritas sería aislarme del mundo, al menos del mío. La verdad es dolorosa la mayoría de las veces, cruel o inaceptable, pero es la verdad. Es lo que vale para mí, es lo que hoy tiene rigidez. En lo que a mí respecta, apoyo las palabras de un gran sabio, “Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía” (Gavinet).