sábado, 14 de enero de 2012

Uno de tantos

“..lenguaje: maldito y bendito a la vez, el que nunca descansa, el que desenmascara todo, el que te sitúa en algún espacio del mundo, el que te da identidad. También el que te hace mostrar la hilacha.. ¿Es este una mortaja, una camisa de fuerza? ¡Cómo nos coercionaba, cómo nos amordazaba! Aún hoy me sorprendo siendo víctima de mis prejuicios. ¿Alguien cree que uno se libra de la educación que recibió? Uno no se libra, se rebela, pero nunca llega a ser del todo independiente.”

“Concesión. Qué de peligros encierra esta palabra. ¿Hasta dónde conceder sin vulnerar seriamente la identidad, sin perder definitivamente el respeto?”

“..estamos poco acostumbrados a E-LE-GIR, entrampados en nuestras dependencias, desde las económicas hasta las afectivas.”

“Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.”

“El sexo. Lo que a veces añoro es una intimidad determinada con un hombre, una forma de apretar una mano, de reclinarse sobre un cuerpo seguro, de esconder la cara en un hombro, gestos típicamente femeninos, con miles de años de aprendizaje detrás.”

“No hay fortalezas inexpugnables, sólo hay fortalezas que no han sido suficientemente asediadas.”

“Me acusan de ser antisocial e indiferente hacia los demás, de haber renunciado a las ventajas que me rodeaban para desentenderme de los otros. Un epitafio para mi tumba: Egoísta, pura y dura. Me acusan de fóbica. De rechazar deberes y convenciones, de escapar del mundo conocido por no soportarlo. También han dicho que soy una misántropa, que detesto al ser humano, que me he convertido en ermitaña por la vanidad de considerar al otro indigno de mi cercanía. Que le doy la espalda al afecto de la gente porque la única estima que me interesa es la propia. Me acusan de pedante porque el mundo me sobra, puesto así, no dejan de tener razón. Pero yo podría replicar que hay una aspiración detrás: el desapego.”

“Aspiro a alcanzar la más amplia liberación que pueda lograr, que imagino será siempre menor a la que quisiera. Siento que la vida comienza a fluir. Fluye y la palpo. Y aminora el miedo a la muerte. No lamento tener sesenta y un años. Casi diría que al contrario: esta edad me ha permitido la quietud, un nuevo sosiego. No importa el pasado, ya sucedió. No existe el futuro. Brindo por lo único que de verdad poseemos: el presente.”

_Simona_

Muy difícil la tarea de definir lo que la libertad realmente significa, palabra que carga el costo de años y años de lucha. Yo soy una precursora de que las palabras las definimos nosotros mismos mediante la pragmática, en cada momento que las sacamos de los libros para darles vida. Cada uno decide lo que libertad es, y si la mía está en juego, no voy a pelear contra el desapego a la sociedad.

miércoles, 4 de enero de 2012

El fin de un ciclo

Todos en algún momento tenemos esa necesidad, que puede corresponderse con el fin de año, de “poner en una balanza” todo lo vivido en un tiempo respectivo. Son formas de medir nuestras experiencias felices, y nuestros fracasos de alguna forma también; es también alimentar las excusas de nuestras responsabilidades ignoradas, lamentar los sueños frustrados y proyectar unos nuevos; es la forma de comparar entre nuestras conquistas y nuestras batallas perdidas.

Algunos justificarían la necesidad de eternizar los no numerosos momentos felices para poder así sobrellevar los momentos de transición e incertidumbre. Otros dirían que nadie debería ligar su felicidad a un motivo externo a su persona para no convertirse en esclavos de algo ajeno, o que deberíamos aprender a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y llenar nuestros vacíos internos con lindos recuerdos.

Yo creo que la vida es un “ida y vuelta”, que todo tiene sus pros y sus contras, que somos nosotros los responsables de aprender en cada instancia lo que ella nos propone. Debemos fijarnos metas, pero debemos estar dispuestos a cambiarlas. Porque lo que nos hace hoy feliz, puede que no sea lo mismo que mañana. Debemos estar dispuestos a enfrentar los obstáculos; nadie nos enseña realmente cómo comportarnos en cada situación, pero debemos estar dispuestos a reconocer nuestros errores y a pedir perdón, a aprender a actuar como corresponde. Nos reímos del jorobado, sin saber que es el peso de la vida el que está acarreando. Encontraremos el camino más pedroso que libre, pero sólo depende de nosotros levantarnos más sabios que antes.

Son los silencios los que importan más que las palabras, son las miradas las que valen más que las sonrisas. Somos nosotros quienes elegimos con quien caminar el camino, qué camino recorrer y si nos tiramos al abandono o no. Somos nosotros quienes activamos nuestros mecanismos de defensa. La vida se trata de ceder, cedemos ante cada persona con la cual nos relacionamos, pero cada uno decide cuales son los propios límites. No importa para que lado tire la balanza, no importa cuáles sean los caminos que elijamos, lo que importa es que seamos felices, sin subestimar la palabra.

En fin, ese necesidad de medir el cierre de un ciclo. De sentir que nuestra vida vale la pena, que no estamos en este tierra por nada, y que en el fondo, todos tenemos un objetivo de vida. A fin de cuentas, eso es lo que importa.. que las cuentas cierren.