miércoles, 14 de septiembre de 2011

Ciudadano del mundo.

“Mientras más se acerca el momento de la partida, más nervioso estoy. Preparo las valijas tras resolver el dilema de qué llevar y qué no. Controlo la documentación, está todo. Llega el momento de la despedida, los voy a extrañar. Los nervios aumentan. No sé que me espera del otro lado del mundo, y eso me hace entrar en pánico. Pero estoy decidido, me voy de viaje.”

Estamos presenciando la aparición de esta nueva cultura. Hasta somos cómplices de ella. El surgimiento de este nuevo movimiento a través del cual la gente joven vive hoy experiencias culturales desligadas de todo territorio, tal como los intercambios culturales o los viajes de mochilero.

Una vez más, somos testigos de los actos producidos por estas generaciones criadas por la mismísima globalización. No es fácil para nuestros abuelos por ejemplo, entender porqué querríamos dejar el país e irnos a vivir un mes, tres meses o hasta un año a otro lugar. Ellos seguramente nacieron en una época en donde este tipo de cosas eran impensables, donde la casa donde nacías era la misma en donde morías. En una época donde las cosas que comprabas duraban toda la vida y donde aquellos que dejaban el país eran exiliados.

Aún así, debemos aceptar que el hecho de “salir de casa” no sólo nos abre la mente, sino que nos proporciona nuevas experiencias, nuevas sensaciones. Nos enseña a manejarnos solos, a respetar otras culturas y a comprender otras formas de vida.

Hoy existen múltiples opciones para aquellos que del mundo, ciudadanos pretendan ser, para esos aventureros natos y aquellos soñadores incansables. Tanto las propuestas públicas como las privadas brindan hoy una gama exquisita de ofertas. Y tantas son las personas que se suman constantemente que ya se considera una forma de vida o hasta una profesión: la del viajero.

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_ Hay otro punto, un tanto interesante y digno de mencionar. Como parte de esta juventud, me veo implicada en esta realidad que considero, entre otras cosas, necesitada de un cambio. Son los jóvenes, quienes en busca de un horizonte mejor, históricamente han luchado por lo que consideran justo y necesario. Es por eso, que hoy ruego porque esa esperanza que tengo en la gente y en que algo podemos hacer para cambiar esta historia, no me abandone nunca. Por eso considero que viajar por el mundo, te abre los ojos y te da fuerzas para una lucha que no acaba nunca.

Por último quiero compartir con ustedes una cita de Marcela Serrano: “Qué fácil resulta sintetizar la enormidad de una difícil experiencia y decisión en una palabra tan inofensiva como partir; sólo un verbo de seis letras.” Yo he viajado, y puedo decirles que esta frase tiene mucho de verdad. Dejar todo y salir a recorrer el mundo puede ser más duro de lo que se imaginan. Pero más allá de todo, tengo que admitir que viajar es una experiencia única, es la forma más práctica y más linda de aprender. Ese “partir” trae muchas más cosas de las que dejamos. Conocer otra gente, otra cultura, otra forma de ver el mundo es algo indescriptible. Es algo tan satisfactorio que algunos, como ciudadanos del mundo, nos hemos hecho adictos.

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